Menos que uno (1984; Siruela, 2006) es la autobiografía intelectual de Joseph Brodsky, que finaliza con el famoso texto titulado Una habitación y media. En este espacio pasó Brodsky la infancia con sus padres. La habitación es la familia, Leningrado, toda Rusia y el mundo. La media es el espacio donde el escritor construye su identidad.
Brodsky tuvo que huir de las persecuciones stalinistas y exilió a Estados Unidos. Después de doce años de intentos frustrados por reunirse, los padres mueren. Y quien les tapa los ojos en la hora de la muerte no es el hijo sinó el implacable estado.
En Una habitación y media el escritor disecciona hasta dónde pueden llegar memoria y olvido, siempre entrelazados, mientras se enfrenta al olvido de los rostros y al recuerdo de los hechos más terribles.
“Supongo que, si hubiera estado cerca de mis padres durante los doce últimos años, si hubiese estado cerca de ellos cuando estaban muriéndose, el contraste entre la noche y el día o entre una calle de una ciudad rusa y un camino rural americano habría sido menos marcado; la arremetida de mi memoria habría cedido ante la del pensamiento utópico. El propio desgaste habría embotado los sentidos lo suficiente para ver la tragedia como natural y dejarla atrás de forma natural. Sin embargo, pocas opciones hay más fútiles que la de sopesar las opciones propias retrospectivamente; asimismo, lo bueno de una tragedia artificial es que nos hace prestar atención al artífice. Los pobres suelen utilizarlo todo. Yo utilizo mi sensación de culpa”.
Una habitación y media es uno de los relatos más impresionantes que jamás he leído. Supongo que todos nos quedamos encerrados en ese espacio, allí, gravitando, recordando cada día que la cosa se acaba. “Tal vez cuando más recordamos más cerca estemos de la muerte” (Brodsky).
jo, que maco
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