De entre las numerosas historias ligadas a la idea de tabula
rasa, Agamben nos narra la imagen de Aristóteles, sentado y apoyando la cabeza
sobre su mano, delante de una tablilla que no es ni de papel ni de lienzo sino de
cera y en la que va clavando ciertas letras con un punzón afilado.
Magistralmente, cada tanto las letras se borran, y vuelta a empezar. El segundo
filósofo griego subraya borrando, incesantemente, lo que el primer filósofo,
Platón, dejó inscrito.
De esta imagen, Agamben desliga una teoría a la que
denomina “la potencia del pensamiento”. Si nuestro pensamiento es lenguaje y
nos decimos a través del nombrar, también nos constituimos en el deshacer de lo
nombrado. Pero…
aquí nombro, bajo firma, y no dejo de colocar
imágenes que me recuerdan sólo a mí.
Camino sin salida, el del narcisismo. ¿Cómo atreverme con el
deshacer desde este acto?
2012 se abrió con Agamben y se difumina con muchas preguntas
y media dioptría más en el ojo izquierdo. Esto me recuerda también a la imagen
del paraguas de D.H. Lawrence: algunos se atreven a rasgarlo para observar el caos
que hay allí afuera, otros nos empeñamos en no dejarnos mirar por la rasgadura.
Ojo normal (el primero) y ojo miope (el segundo)
2012 se cierra sin embargo con dos experiencias tardías que me han constituido y borrado a
la vez: la lectura de la revista Pipa, con el interesante artículo "¡Yo objeto!" de Maite
Garbayo Maeztu, y la exposición Episodis crítics en el Macba, con el
maravilloso ensayo visual Déconnage,
de Angela Melitopoulos y Maurizio Lazzarato, sobre el doctor Francesc
Tosquelles. Ambos me han recordado que la escritura se quiebra al ser
leída y que todo acto es un acto de interpretación infinito, dejando el
reflejo narcisista hecho trizas.
Como explica Beatriz Sarlo, la lectura es un aprendizaje de costumbre, sobre todo de costumbres que contradicen la autoridad. Tomando como ejemplo la novela Clarissa de Samuel Richardson, y ante la pregunta incriminatoria de la madre a la protagonista, ésta responde: “yo no sabía qué decir; o más bien cómo expresar lo que tenía que decir”. ¿Cómo expresarse con lo que todavía no ha encontrado su palabra?
Encontrarla me enfrenta a la siguiente pregunta.
Incertidumbre, abismo al que me aboco, pero
también, como me han vuelto a recordar, suspense en la disidencia de la crítica a no
ser de tal modo.
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