Cuando llegan muchos cambios, intento agarrarme a las cosas
que creo inamovibles. Judith, por ejemplo, me dijo una vez que Angela Lansbury
la calmaba porque siempre estaba allí. Esa cosa que para mí no cambia es
Francia y el hecho de que esté quieta me ayuda a darle contenido a las cosas.
Todo va tan rápido que a veces saltan chispas. El problema es que cuando me
paro, como no veo nada, me quemo del todo, así que ante tanto vacío existencial
pongo a la risa por testigo.
Francia es antigua como ella sola. ¡Desde que estoy aquí,
que no había escrito tantas cartas en mi vida! La administración se mueve así
-sobre va y sobre viene-, nada en telemático, porque hacerlo sería corromper
esa cultura clásica que hay que resguardar, piensan, no vaya a enganchársele
algo de los americanos; cuando la grandeza ya la lleva por sí sola… Pero, en fin, entre carta y carta, cada día me piden la dichosa carte vitale,
y yo les digo que todavía no la tengo porque no me llega el sobre, pero que ya soy
clienta de una mutua. Se llama Harmonie Santé Plus. El primer día que fui, la
secretaria que me tramitaba los papeles me preguntó cómo quería las coronas, si
de oro o de diente, oh la là, y ambas nos reímos, y al reírse vi que se le
asomaba una gran muela de oro dorado, del antiguo, que me dejó tiesa.
Pero para tieso un amigo que pasó unas encuestas entre los
primeros alumnos de una universidad de por aquí y ante la pregunta qué tres
cosas no te gustan, una chica contestó:
Je n’aime pas l’injustice
Je n’aime pas la violence
Je n’aime pas le champignon
Ahí lo dejo.
Y es que aquí la canción “My way” la traducen como “comme
d’habitude” y puedes oír tanto a un okupa como a un profesor de universidad
decir “oh, merde” con el mismo tono, timbre, volumen y significado. El contexto
podrá cambiar, pero en cuanto a lo que es uniformar, la France uniformó muy bien.
En las ciudades no hay fuentes de agua potable, pero si las hubiera todos
beberían de ellas y no dejarían olfatear a los perros. Eso sí, luego recogerían
la caquita del suelo y dirían “oh, merde” con el mismo tono, el mismo ir
viviendo, el mismo dejar hacer y no dejar entrar.
Luego cuento estas cosas a todo el mundo arguyendo que me
hacen gracia cuando, en el fondo, me están asustando. Hay cosas que son tan sencillas
que te devuelven de golpe a la realidad. Sin embargo, sólo hay ciencia de lo
que está escondido, dijo Bourdieu. Cuando nada se esconde, hay que salir
corriendo. De este vídeo, sobre todo:
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